Por MARIA JULIA BEARZI, directora Ejecutiva de Endeavor

Hace 80 años, cuando nacía Clarín, la Argentina era un país que soñaba con un futuro industrial, pujante y moderno. Ocho décadas después, los motores de crecimiento son otros, pero el desafío es el mismo: cómo convertir el talento en desarrollo sostenible.

Desde hace más de 25 años, en Endeavor trabajamos con ese propósito: construir las bases para que los emprendedores puedan crecer, multiplicar oportunidades y generar impacto.

Cuando comenzamos, casi nadie hablaba de “ecosistema emprendedor”. No existían los fondos de inversión que hoy conocemos, ni las aceleradoras, ni los programas de acompañamiento. Había ideas, sueños, y una convicción muy fuerte de que el talento argentino podía competir en el mundo si encontraba el entorno adecuado.

Con el tiempo, ese propósito fue tomando forma en una red sólida de personas que creen en el poder de emprender como motor de movilidad social y progreso económico.

Endeavor ayudó a poner en agenda la conversación sobre innovación, capital emprendedor y escalabilidad, temas que hoy forman parte central del desarrollo productivo del país

Nuestra misión fue —y sigue siendo— crear estructura, vínculos, comunidad; multiplicar el impacto.

Julia Bearzi, Martín Miigoya, Paolo Rocca y Rosendo Grobocopatel en el cierre de Experiencia EndeavorJulia Bearzi, Martín Miigoya, Paolo Rocca y Rosendo Grobocopatel en el cierre de Experiencia Endeavor

Tender puentes entre emprendedores, empresas, mentores, inversores y el sector público. Porque si queremos ser un país innovador, alguien tiene que trabajar en el desarrollo del entramado de los hilos invisibles que sostienen el crecimiento: la confianza, la colaboración y la posibilidad de aprender de quienes ya recorrieron el camino.

Durante estos años, vimos cómo muchas de las compañías que acompañamos lograron trascender las fronteras.

Algunas llegaron a los principales mercados internacionales, otras fueron reconocidas por su capacidad de innovación y muchas se convirtieron en referentes de transformación en sus industrias. Son historias que confirman que, cuando se combina talento con visión y acompañamiento, es posible generar soluciones que nacen en Argentina y compiten en el mundo.

María Julia Bearzi, directora ejecutiva de Endeavor.María Julia Bearzi, directora ejecutiva de Endeavor.

Estos logros no son casos aislados: son la evidencia de que cuando se crea un entorno que favorece el crecimiento, el talento argentino florece. En ese sentido, Argentina ha sido históricamente pionera.

Tenemos un ADN emprendedor que combina curiosidad, creatividad y resiliencia. Somos un país que aprendió a innovar en contextos difíciles, a repensarse y a encontrar oportunidades incluso en medio de la incertidumbre.

Hoy atravesamos un momento desafiante, pero también lleno de posibilidades. La revolución tecnológica, la inteligencia artificial y la digitalización están cambiando las reglas del juego en todos los sectores.

Y si bien toda revolución genera incertidumbre —y exige tiempo para adaptarse—, también abre puertas a nuevas formas de crear valor.

Vemos un ecosistema cada vez más maduro, donde las empresas nacen con una mirada global y los fundadores comprenden que escalar no significa solo crecer en tamaño, sino multiplicar el impacto.

En Endeavor, lo llamamos “efecto multiplicador”: cuando un emprendedor que tuvo éxito vuelve al ecosistema como inversor, mentor, genera un círculo virtuoso que beneficia a toda la comunidad.

Mirando hacia adelante, los desafíos son claros. Necesitamos seguir generando posibilidades. Que el talento que nace en Jujuy, en Misiones o en Chubut pueda tener las mismas herramientas que aquel que se forma en Buenos Aires.

Por eso, como fundación, trabajamos cada día para democratizar el acceso a las oportunidades, visibilizar historias, inspirar vocaciones y conectar puntos que de otro modo quedarían dispersos.

Eso requiere fortalecer la educación emprendedora, promover políticas que incentiven la innovación y articular esfuerzos entre el sector público, privado y social.

Las ideas nacen del talento individual, pero se convierten en impacto cuando el entorno las impulsa, las financia y las conecta con el mundo.

Un mundo donde los problemas son cada vez más complejos, el rol de los emprendedores es clave.

No solo para crear empresas exitosas, sino para diseñar soluciones que mejoren la vida de las personas. Las próximas décadas estarán marcadas por una colaboración más profunda entre tecnología, creatividad y propósito. Y ahí es donde la Argentina puede y debe tener un rol protagónico.

Informes recientes del World Economic Forum y de la CEPAL coinciden en que América Latina está acelerando la adopción de inteligencia artificial y que la Argentina se destaca por su capital humano altamente calificado.

En otras palabras, tenemos lo que el mundo necesita: talento, capacidad de adaptación y vocación de transformación.

El futuro no se construye solo con tecnología, sino con valores: colaboración, empatía y propósito.

Cada emprendedor que decide quedarse, crear empleo y apostar por su país contribuye a una Argentina más fuerte, más justa y más conectada con el futuro.

Construir un país innovador no es tarea de unos pocos. Es una construcción colectiva que empieza por creer en nuestro talento, apostar por la educación, fomentar la colaboración y sostener una visión de largo plazo.

Porque las grandes transformaciones no suceden de un día para el otro: se gestan en comunidad, con perseverancia, confianza y propósito.

A 80 años de Clarín y a más de 25 de Endeavor en la Argentina, reafirmamos una certeza: los argentinos vamos a sacar adelante a la Argentina.

Y lo haremos como mejor sabemos hacerlo: pensando en grande, creando, emprendiendo y multiplicando impacto.



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